jueves, 5 de marzo de 2015

Desde el acantilado


                Este joven macho montés se dispone a descansar en la piedra que lo sostiene, no sin antes otear sus alrededores como sintiendo la presencia de alguna amenaza que daría al traste con la tranquilidad que le proporcionan los primeros rayos del final del invierno y que en la costa granadina se agradecen en mayor medida que en el interior. En ocasiones, y la misma zona de la protagonista de la imagen de la entrada de hoy, he visto a las monteses correr despavoridas ante la presencia de perros salvajes intentando darles caza. Ingenuos, pobres de ellos, ya que no he visto correr tanto y con tanta agilidad como a éstos ungulados ante tanto pedregal hiriente y matorral espeso y claro los canes quedaron, en cuestión de segundos, con un palmo de narices, y yo por supuesto, sin las pretendidas fotografías caprunas.


Saludos a todos.